¿Por qué una gestión gubernamental basada en ciencia e innovación?

Si algo debe tener Cuba como luz que la oriente para lograr su desarrollo, para alcanzar con mayor rapidez la prosperidad deseada, es justamente la innovación, afirmó el Primer Secretario del Partido y Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en uno de sus habituales encuentros con representantes del sistema empresarial.
Y es que la llegada de la pandemia de la COVID-19, en marzo de 2020, puso de manifiesto que en la ciencia y en la innovación estaban las fortalezas del país para encarar tan inmenso desafío.
En este caso se trataba de enfrentar una enfermedad nueva con alta morbilidad y letalidad, en medio de un contexto económico y social desfavorable, agudizado por el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero, impuesto por el Gobierno de Estados Unidos contra la Isla.
Bajo la conducción personal del mandatario cubano, la respuesta de la dirección del país frente a la emergencia sanitaria consistió en aplicar un innovador estilo de trabajo, que depositó toda su confianza en el capital humano creado por la Revolución.
Dentro de las principales acciones acometidas de inmediato figuró la aprobación y rápida puesta en marcha del Plan para la Prevención y Control de la COVID-19 y el inicio de un diálogo directo, interactivo y sistemático, entre los científicos y las máximas autoridades de la nación.
Los intercambios robustecieron la cohesión de los centros investigativos y universidades con el Sistema Nacional de Salud y la industria biotecnológica, lo que resultó decisivo en la actualización sistemática y oportuna de los protocolos establecidos. Así, la ciencia y la innovación asumieron el papel protagónico en la defensa de la salud de la población, al desarrollar con celeridad nuestras propias vacunas, medios diagnósticos y algunos de los equipos médicos y dispositivos requeridos.
El extraordinario esfuerzo posibilitó salvar la vida de miles de personas, frenar la pandemia y lograr el sostenido control de la enfermedad mantenido en el país este año.
Piezas claves de este encomiable resultado fueron la creación en tiempo récord de tres vacunas de producción nacional (Abdala, Soberana 02 y Soberana Plus), las cuales tras recibir el Autorizo para Uso de Emergencia por parte del Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed), posibilitaron iniciar la inmunización masiva de los cubanos, a partir de los meses de julio y agosto de 2021.
Datos del sitio web oficial del Ministerio de Salud Pública indican que hasta el 21 de diciembre del actual año, ascendían a 10 003 242 las personas con esquema de vacunación completo en la Mayor de las Antillas.
Como indicó a Granma el doctor Rolando Pérez Rodríguez, director de Ciencia e Innovación del Grupo Empresarial BioCubaFarma, en el año a punto de finalizar se obtuvieron evidencias experimentales de que las vacunas cubanas Abdala y Soberana, inducen anticuerpos neutralizantes contra la variante Ómicron del virus SARS-COV-2.
Por tratarse de la que más ha circulado en la Isla en dicho periodo, lo anterior repercutió favorablemente en el control de la enfermedad en los últimos 12 meses, y en la significativa reducción de la mortalidad y de los casos graves y críticos.
Imposible pasar por alto el aporte de la Red de Laboratorios de Biología Molecular para el procesamiento de las pruebas de PCR, extendida a todas las provincias y al municipio especial Isla de la Juventud, y los estudios asociados con la carga viral, cuyos resultados tributaron nuevos conocimientos sobre el SARS-COV-2 y sirvieron de base al diseño de diferentes investigaciones y ensayos clínicos.
Destacan, de igual modo, el reposicionamiento de productos registrados o en fase de desarrollo clínico para otras enfermedades. Ello propició la introducción de fármacos novedosos en el Protocolo Único de Actuación para la COVID-19, como fueron por ejemplo, el medicamento Jusvinza y los anticuerpos monoclonales Nimotuzumab e Itolizumab, empleados en el tratamiento de pacientes graves y críticos, logrando tasas de recuperación superiores al 80 %.
La relación de aportes innovadores alcanzados en el enfrentamiento a la pandemia incluye, asimismo, la obtención del primer producto nanotecnológico ciento por ciento cubano para aplicaciones biomédicas, creado por el Centro de Estudios Avanzados de Cuba (CEA), en colaboración con el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), y otras instituciones.
Merecedor de uno de los premios nacionales de Innovación Tecnológica en 2021, la generalización de este diagnosticador de alta confiabilidad, que utiliza nanopartículas magnéticas para la extracción y concentración del ácido ribonucleico (ARN) del virus SARS-COV-2, posibilitó hacer un promedio de más de 20 000 determinaciones diarias, ahorrando al país más de 20 millones de dólares por concepto de sustitución de importaciones.
Es justo mencionar también el desarrollo del primer medio de transporte para virus, logrado en Cuba por investigadores del Centro Nacional de Biopreparados, dirigido a la recolección y traslado seguro de las muestras clínicas nasofaríngeas y orofaríngeas de pacientes para el diagnóstico de la COVID-19.
LABRANDO EL CAMINO DE LA SOSTENIBILIDAD
Pese al enorme esfuerzo desplegado en el fomento de la educación y en la creación de capacidades científicas y tecnológicas nada desestimables, el conocimiento acumulado en el país aún dista de convertirse en la fuerza motriz capaz de impulsar el cumplimiento del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030.
En la investigación titulada Sistema de Gestión de Gobierno basado en Ciencia e Innovación para el desarrollo sostenible en Cuba (con su defensa obtuvo el grado de Doctor en Ciencias), el Presidente de nuestro país Miguel Díaz-Canel Bermúdez destacó los favorables resultados de la industria biotecnológica, en contraste a lo que ocurre en los restantes sectores de la ciencia nacional, cuyos aportes aún distan de tributar los beneficios esperados a la economía y la sociedad.
Resaltó que con la excepción de esa pujante rama, donde su quehacer productivo responde a las prioridades de la población cubana en materia de salud, de manera general las conexiones entre las universidades y centros científicos y las entidades de bienes y servicios y los territorios no han logrado la imbricación deseada.
Tomando en cuenta esa realidad, las máximas autoridades del Estado y del Gobierno han insistido en que no puede alcanzarse una verdadera soberanía, sostenibilidad y prosperidad, sin crear y aprovechar las capacidades de conocimiento, ciencia, tecnología e innovación existentes.
Motivado en gran medida por ese desfavorable panorama y casi de manera paralela a la batalla contra la pandemia, en los últimos dos años se creó el Sistema de Gestión de Gobierno basado en Ciencia e Innovación (SGGCI), calificado por Díaz-Canel como un método de trabajo gubernamental, enfocado en fortalecer el papel de la ciencia y la innovación en la búsqueda de soluciones creativas a problemas que surgen en el proceso de desarrollo económico y social del país, lo mismo en la producción de bienes y servicios, que en la administración pública, la educación y la cultura.
La experiencia acumulada en el enfrentamiento a la COVID-19 permitió comprender en toda su dimensión que el vínculo Ciencia-Gobierno debía extenderse a la atención de otros problemas medulares de la sociedad cubana, entre ellos, por ejemplo, el envejecimiento poblacional, la obsolescencia tecnológica, la producción de alimentos y la atención a las comunidades en situación de vulnerabilidad.
No es casual entonces que las funciones del SGGCI estén enfocadas en situar prioridades y distribuir recursos, promover la presencia del conocimiento experto en la toma de decisiones, respaldar la formulación, seguimiento y evaluación de políticas públicas, además de promover interacciones y eliminar barreras.
Hasta el presente, su implementación ha favorecido el asesoramiento científico a organismos y empresas, a través de los consejos técnicos asesores, mientras se logró potenciar el diseño de estrategias de innovación social, centradas en fortalecer la participación popular en la conducción de los asuntos públicos y enriquecer las políticas de gobierno, mediante el más amplio intercambio con todos los sectores de la sociedad.
Sobresalen, igualmente, las acciones a favor del desarrollo territorial. Si hace apenas tres años solo 30 municipios contaban con una estrategia de desarrollo local, en la actualidad son más de 130 los que disponen de ellas.
Otro impacto palpable radica en los más de cien programas de ciencia e innovación, coordinados entre las empresas o los gobiernos territoriales, con las universidades del país.
Una arista distintiva del actual proceso de transformación de la gestión de la ciencia, la tecnología y la innovación en Cuba, es la constitución, en mayo de 2021, del Consejo Nacional de Innovación (CNI), encabezado por el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
La labor de ese órgano consultivo del Estado posibilitó acelerar la búsqueda de soluciones, acortar los plazos de procedimiento y garantizar una atención médica basada en sólidas evidencias, cumpliendo con las normas que garantizaron la máxima seguridad y beneficio a los pacientes.
Como defendió el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, la lucha por el desarrollo, la independencia y la soberanía, exige la creación y movilización de capacidades de ciencia, tecnología e innovación.