Sobre métodos de trabajo para una mayor eficiencia empresarial

Friday, February 16, 2024 - 18:35
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Sobre métodos de trabajo para una mayor eficiencia empresarial

A finales de los años 80 del pasado siglo, era yo el jefe económico de una gran industria papelera que había costado al país unos 130 millones de dólares. En apariencia teníamos todo lo necesario para lograr altos niveles de eficiencia: tecnología de punta, materias primas, personal capacitado; pero el ansiado despegue no acababa de producirse.

Era realmente estresante explicar las causas de incumplimientos en una de esas reuniones, en las que una decena de empresas son puestos en la picota, y el auditorio espera que uno se haga el «harakiri» y prometa resolver la situación en corto plazo. Semejante estilo de trabajo quizá dé una apariencia de acción; pero, en lo esencial, ayuda muy poco. Las reuniones de trabajo deben ser diferentes. En el caso de las empresas, se impone el análisis profundo, reposado; es necesario mirar de cerca –uno por uno y con ojo técnico– los múltiples elementos que inciden en un resultado negativo.

Recuerdo que cierto día recibimos una de aquellas inspecciones integrales, de alto nivel, que daban en llamarse de «control y ayuda». Esta fue avisada con suficiente antelación, lo cual posibilitó presentar un informe riguroso sobre debilidades y amenazas. 

Algunas personas que ignoran cómo funciona el control económico empresarial, creen que es un error avisar las inspecciones; pero esto no es así. Por mucho que con antelación estas se avisen, nada escaparía a la sagacidad y el ojo experto del auditor.

Uno tiene que preguntarse cuáles son los objetivos de los controles. No solo sirven para castigar lo mal hecho, y dejar un plan de tareas para cumplir en determinado plazo; sino también para analizar qué asuntos pudieran estar incidiendo en un bajo resultado, para luego trazar adecuadas estrategias.

De hecho, y al margen de ineficiencias propias, ciertas cuestiones externas estaban resultando un grave obstáculo. Cada empresa necesita un modelo de gestión entallado como traje a la medida, y con frecuencia precisa particulares tratamientos.

Cuando el país conforma una ley, esta toma en cuenta determinados modelos, situaciones estándar; pero –tanto como sucede a la hora de comprar un traje– hay personas a las que ninguna talla industrial les queda bien. Necesitan entonces acudir al sastre.

Total, que además de superar insuficiencias propias, nosotros necesitábamos un tratamiento excepcional a la hora de aplicar determinadas leyes laborales y salariales. Los escalafones por antigüedad, la imposibilidad de establecer un adecuado organigrama y aplicar originales sistemas de primas, limitaban grandemente.

De aquella inspección salió la posibilidad de realizar un experimento, de modo que pudiésemos saltarnos determinadas «reglas». Ello contribuyó, en poco tiempo, a dar un gran salto en todos los componentes de la eficiencia: costos, productividad del trabajo, rentabilidad; el número de trabajadores se redujo casi a la mitad, y llegamos a producir más y con mayor calidad que lo diseñado por el suministrador extranjero.

Todo esto lo recordaba yo viendo la política que actualmente sigue nuestro presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, de visitar y dedicar tiempo a empresas con pérdidas y otras dificultades económicas.

Escuchar de primera mano los argumentos –que no las justificaciones–, pensar de conjunto antes de realizar el análisis crítico, es una herramienta vital para el avance. Una empresa no es un objeto aislado dentro de la economía nacional, sino parte de un vasto y complejo entramado que involucra disímiles sectores.

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