Es un deber levantar la voz a favor de los que no pueden hacerlo

No es la primera vez. Ojalá sea la última, porque el mundo asista cuanto antes a la solución de paz que millones de voces claman, a pesar del silencio que sigue marcando a quienes pudieran y debieran opinar, accionar…
Lo real es que otra vez se han dado cita estudiantes, jóvenes cubanos, para decirle a Israel basta ya con la masacre que continúa realizando en Gaza, contrario a todo sentimiento de humanidad y a los más elementales preceptos del derecho internacional.
Así lo pidió Laura Concepción García dirigente juvenil en la Universidad José Martí, de Sancti Spíritus, al afirmar que «la paz no puede sostenerse sobre bases de violencia y de dolor humano», por lo que consideró «un deber levantar la voz a favor de los que no pueden hacerlo».
A tal reclamo sumó su criterio el joven Mohammad Muhisen, hijo de padres palestinos, convencido de que la indiferencia y la falta de acción internacional efectiva frente a las imágenes desgarradoras del genocidio transmiten una sensación de abandono hacia ese sufrido pueblo.
«No es el caso de Cuba –añadió–, cuyo apoyo a nuestra causa deviene faro de esperanza y de aliento en un mundo que parece ajeno al sufrimiento humano».
En tal sentido, agradeció esa solidaridad, la ayuda ofrecida en la formación de médicos (como sucede con él mismo hoy), en la capacitación de profesionales y técnicos de distintas esferas, «realidad que nos anima y fortalece porque demuestra que la lucha por la justicia no tiene fronteras».
Ante la realidad desgarradora que acecha a Palestina, miles de avileños, con presencia de las principales autoridades del territorio, se reunieron también ayer en el parque José Martí, en la ciudad cabecera, en reclamo de una paz que debe llegar con urgencia, porque la guerra huele a exterminio.
Así mismo sucedió en el Mausoleo los Mártires de Artemisa, en la Plaza Cultural de Las Tunas, en el santiaguero Monumento a los Mártires de la Universidad de Oriente, la Plaza 24 de Febrero de Guantánamo. La Isla toda alzó –y seguirá alzando, mientras sea necesario– la voz por aquellos que no pueden hacerlo.
Niños que son calcinados en el vientre de su madre, que no llegan al hospital porque ya casi todos los centros asistenciales colapsaron con los bombardeos, niños muertos bajo los escombros, niños a quienes se les dispara a mansalva o los cazan francotiradores, mientras los soldados israelíes aplauden.
Uno, que está lejos de Palestina, pero siente el dolor de ese pueblo como propio, sabe que la mayoría de los niños no vivirán para contar travesuras ni hablar de felicidad. Si escapas de los bombardeos, de los cohetes, es posible que no lo hagas de los soldados o de los colonos, también entrenados para masacrar y cazar a los palestinos, como si no fueran seres humanos. Cuba nunca será cómplice del exterminio, nuestra historia está cimentada sobre la base de lo justo, y seguiremos ese sendero.